
La Región de Ñuble se ha consolidado como uno de los polos más importantes en la producción de berries de Chile, destacando especialmente en el cultivo de cerezas. Este sector, que actualmente representa el 18% del PIB agrícola regional, ha transformado la economía local, generando más de 15,000 empleos directos durante la temporada alta y posicionándose como uno de los motores económicos más dinámicos de la región.
Nuestra región posee características geoclimáticas excepcionales que la convierten en un territorio ideal para el cultivo de berries. Su clima mediterráneo, caracterizado por inviernos lo suficientemente fríos para favorecer la dormancia de los frutales y veranos templados que permiten una óptima maduración de la fruta, se combina con suelos fértiles de excelente drenaje y una disponibilidad de recursos hídricos que ha permitido el desarrollo sostenido del sector. En este entorno privilegiado, las cerezas se han convertido en el producto estrella, seguidas por los arándanos, frambuesas, frutillas y moras, cada uno aportando su propia dinámica al desarrollo agrícola regional.
El Impacto Económico
El sector se ha convertido en un pilar fundamental de la economía regional, generando un volumen de exportaciones que alcanza los US$ 280 millones anuales, con un crecimiento sostenido del 12% anual. Esta cifra representa el 35% de las exportaciones regionales, demostrando la importancia estratégica del sector.
Los retornos por hectárea varían según el cultivo, con las cerezas liderando la rentabilidad al generar entre US$ 25,000 y US$ 40,000 por hectárea, seguidas por los arándanos con US$ 20,000 a US$ 30,000, y las frambuesas con US$ 15,000 a US$ 25,000.
La inversión en el sector durante los últimos cinco años ha sido igualmente impresionante. Se han destinado US$ 120 millones a nuevas plantaciones, US$ 45 millones a infraestructura de riego, US$ 35 millones a tecnología y automatización, y US$ 80 millones a plantas de proceso y sistemas de frío. Esta inversión refleja la confianza en el sector y su potencial de crecimiento futuro.
El impacto social del sector ha sido transformador para la región. Con 15,000 empleos directos durante la temporada alta y 5,000 empleos permanentes, la industria de berries se ha convertido en un importante generador de trabajo. Destaca especialmente la participación femenina, que alcanza el 60% de la fuerza laboral, con salarios que superan en un 25% el promedio agrícola regional. Las cerezas lideran la generación de empleo, representando el 45% del total, seguidas por los arándanos con un 30%, las frambuesas con un 15% y otros berries con el 10% restante.
El desarrollo del sector ha catalizado también el crecimiento de industrias asociadas, con una inversión de US$ 25 millones en servicios agrícolas que ha permitido el surgimiento de 50 nuevas empresas de servicios y la creación de 12 centros de acopio y distribución, fortaleciendo el tejido empresarial de la región.
Además, esta actividad ha impulsado la inversión en innovación y desarrollo, que ha sido crucial para mantener la competitividad del sector. En los últimos tres años se han invertido US$ 15 millones en proyectos de I+D, US$ 10 millones en la implementación de tecnologías 4.0 y US$ 5 millones anuales en capacitación. Estos esfuerzos han resultado en mejoras significativas: un incremento del 25% en el rendimiento por hectárea, una reducción del 15% en los costos operativos y un aumento del 30% en la producción de fruta premium.
La modernización tecnológica se refleja en la implementación generalizada de sistemas de riego tecnificado, monitoreo climático en tiempo real, control automatizado de heladas y sistemas de trazabilidad avanzados, posicionando a la región a la vanguardia de la agricultura de precisión.
La producción de berries de Ñuble ha conquistado mercados internacionales exigentes, con China liderando los destinos de exportación, seguida por Estados Unidos, Europa y otros países asiáticos. Esta penetración en mercados internacionales se ha logrado gracias a ventajas competitivas clave: la producción en contra-estación, que permite abastecer mercados del hemisferio norte durante su invierno, la reconocida calidad del producto, y una infraestructura moderna que incluye una eficiente cadena de frío.
Y las perspectivas siguen siendo optimistas. Se proyecta un crecimiento superior al 10% anual para los próximos años, con oportunidades significativas en la expansión a nuevos mercados, el desarrollo de variedades adaptadas a las condiciones locales, la implementación de agricultura de precisión y la obtención de certificaciones internacionales que agreguen valor al producto.